martes, 5 de junio de 2012

LIBERTAD, CIUDADANÍA, TRABAJO. IMPRESCINDIBLE BRUNO TRENTIN




Con la humildad que impone debatir con grandes expertos, se tercia en este blog en el dialogo que sostienen en los blog hermanos Metiendo Bulla y Según Antonio Baylos los grandes expertos en la obra de Trentin que son Jose Luís López Bulla, Paco Rodriguez de Lecea y Antonio Baylos. La ocasión viene de la magnífica iniciativa que  la Fundación de Investigaciones Marxistas, La Fundación 1º de Mayo, la Fundación Europa de los Ciudadanos y el Instituto Sindical han tenido al organizar un seminario en torno a la figura de Bruno Trentin en la Escuela de Relaciones Laborales de la Universidad Complutense de Madrid el día 1 de junio. Jose Luís López Bulla, con la generosa ayuda de brillantes expertos en la traducción, está vertiendo al castellano una obra central de nuestro autor,  La città del lavoro, accesible de momento en el blog que ad hoc ha creado. Las ideas que aquí se van a exponer, sin embargo, vienen a partir de otra obra fundamental de Trentin:  Lavoro e libertà, que es una recopilación de diversos artículos a cual más interesante.

La libertad es la pasión de Trentin. No es extraño en alguien que muy jovencito dirigía un grupo de partisanos con las armas en la mano en lucha contra el fascismo. Pero nos habla de la libertad en el camino de la emancipación de los trabajadores ¿cómo sino? Y, si de emancipación se trata ¿cómo es posible que en los lugares de trabajo no se haya podido, y ni siquiera muchas veces se cuestione, reequilibrar los poderes en el seno de la empresa?  No es posible la emancipación si en la empresa no se pone coto al poder que el empresario adquiere sobre las personas a partir de sus preexistentes poderes sobre cosas, sobre los medios de producción. Para Trentin la libertad y el conocimiento van por delante y, frente a una muy extendida idea de que el bienestar es la condición preliminar para poder gozar de la libertad, es más bien al revés. “No siempre es la miseria la causa de la opresión. Pero el desarraigo, la exclusión y  la opresión, por el contrario, son siempre la causa de la miseria”. 

El desarrollo del Estado Social, con sus políticas de bienestar, ha extendido los espacios de democracia en las sociedades de la segunda postguerra mundial. Beveridge nos decía, en lo que podemos ver como una tradición aristotélica, que el plan de la Seguridad Social es un plan para avanzar en el camino para que triunfe la libertad frente a la necesidad.  La garantía de la existencia mediante derechos a las pensiones, la protección de la salud, limites en el tiempo de trabajo, seguridad en los lugares de trabajo, mejores salarios, etc... derecho a la educación pública, políticas de transportes, de vivienda, han hecho posible la democracia al convertir a los trabajadores de siervos excluidos en ciudadanos.  Pero esos derechos se han conseguido fuera de los lugares de trabajo, en los que, sin embargo, el autoritarismo empresarial campa, mucho más después de la reforma contralaboral que se está auspiciando desde la Comisión Europea y que en España ha tenido una feroz expresión. El sindicato ha apenas arañado superficialmente ese poder.

En la tercera revolución industrial, ésta en la que estamos, caracterizada por el uso masivo de la informática y la velocidad de comunicación en un mundo global con recurso fácil a la deslocalización, en la que a los trabajadores se les expropia de un conocimiento en constante evolución , pero se les exige, por el contario, responsabilidad por sus intervenciones en la producción, y se difunde la precariedad y la inseguridad en el trabajo, la lucha por el derecho a la información preventiva, por el control de la organización del trabajo, por el control del tiempo de trabajo para que los trabajadores sean capaces de ordenar tiempo de trabajo y tiempo de no trabajo en función de sus necesidades de autorrealización como personas, es la tarea urgente que, según Trentin, debe afrontar el sindicato.

Ahora bien, esa, no se nos puede pasar por alto, es una tarea ingente en unos tiempos en los que no se visualiza, todavía con claridad, un proyecto emancipador global. Mientras, el sindicato está obligado a soportar una desgastante lucha defensiva en todos los terrenos, en la empresa y fuera de ella. Su lucha en el espacio de la política, su actuación en la concertación social, sufre con frecuencia los improperios de los grupos que ven los intentos defensivos de las políticas de bienestar como colaboración con los poderes económicos. La lucha por los derechos de Seguridad Social, la lucha contra la vuelta al asistencialismo, la lucha por la protección de la salud fuera del mercado, la lucha por la educación pública y de calidad enfrenta hoy y aquí de manera muy clara a la gran mayoría de la población contra la oligarquía en un conflicto abierto en el que la potencia de los medios de persuasión no consigue nublar la conciencia de la ciudadanía. Es un conflicto duro en el que está en juego la democracia y en el que la Comisión Europea está jugando el penoso papel de sicofante de la oligarquía financiera contra los pueblos de Europa.

Aquí las ideas de Trentin nos son de mucha utilidad cuando nos dice que “el socialismo …debe ser concebido solo como una búsqueda ininterrumpida sobre la liberación de la persona y sobre su capacidad de autorrealización, introduciendo en la sociedad concreta elementos de socialismo - la igualdad de oportunidades, el bienestar en la comunidad, el control de la organización del trabajo, la difusión del conocimiento como instrumento de libertad- superando paso a paso las contradicciones y los fracasos del capitalismo y de la economía de mercado, haciendo de la persona, y no solo de las clases, el perno de una convivencia civil.”

¿No es introducir elementos de socialismo en la sociedad cuando la Seguridad Social saca del mercado las necesidades de asistencia sanitaria al proveer las prestaciones necesarias para recuperar la salud a toda persona con independencia de su condición personal de rico o pobre, de haber cotizado más o menos?  Defender la sanidad pública universal con prestaciones garantizadas con derechos subjetivos, defender la educación pública y gratuita es defender la democracia e ir construyendo una sociedad que se aleja, como diría U. Beck, del analfabetismo democrático propio del neoliberalismo. Por difícil que sea, la victoria en esas luchas nos permitirá salir de la miseria y del agobio para disfrutar de un pomeriggio di serena belleza (una tarde de serena belleza), que es el título de un dialogo entre Tentin, Vittorio Foa y Andrea Ranieri con el que se cierra el volumen sobre el que parcialmente se ha construido esta breve intervención.