El
viernes pasado falleció Tony Benn. Fue durante 50 años miembro de la Cámara de los Comunes del
Parlamento británico a donde llegó elegido a los 25 años por el partido
laborista. También fue ministro en los gabinetes de Harold Wilson, primero, y
de James Callaghan después. En la esfera de Parapanda hace pocos días López
Bulla (1) destacaba la inanidad de ese señor que ocupa la Moncloa , llamado Rajoy,
que, sin una idea propia conocida, se limita a cumplir obediente los mandatos
de los poderos del dinero frente a un conservador de tomo y lomo como Churchill
que era capaz de tomar por si mismo decisiones sin esperar lisonjear a los de
su clase social. Tony Benn siempre pensó por si mismo y no se sometió a los
dictados de su partido. Cuanto más avanzaba en edad, tanto más se rejuvenecía y
se iba por el camino de la izquierda, como ya Harold Wilson apreció. Renunció a
su puesto en la Cámara
de los Lores que por su aristocrático origen le correspondía. Firme defensor de
los sindicatos y de los derechos sociales. Pacifista militante abogó por el
desarme nuclear, abanderó luchas contra todas las guerras, aún a costa de
soportar los insultos de los nacionalistas furiosos, como cuando la de las
Malvinas. Uno se puede preguntar ¿cómo es posible que militase en el mismo
partido que Tony Blair, el de la guerra de Iraq?
Pero
no es la primera vez que vemos a gente valiosa moverse en un complicado
equilibrio entre tacticismo de la política diaria y el mundo de las ideas
emancipadoras. Desde luego lo que Tony Benn quería no tenía mucho que ver con
lo que pensaba y practicaba Blair. Benn decía que para controlar a la gente
primero se la asusta y después se la desmoraliza. Se les deja sin esperanza,
pero una nación educada, saludable y segura de si misma es más difícil de
gobernar, de ahí su radicalismo democrático al defender derechos sociales y la
acción sindical. No es muy alentador vivir en un mundo que va a echar de menos
a gente como Tony Benn o el ya desaparecido hace unos años Michel Foot.
1 comentario:
Querido Joaquín: ya hablamos de esto el jueves, pero hay que recordarlo. ¡Qué poco se conoce aquí el laborismo y cuánto merece ser estudiado! Un abrazo, Jaime
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