Hay ocasiones en que una obra de arte se convierte en
un símbolo porque no solo conmueve con su fuerza estética, sino porque al mismo
tiempo en ella tantas y tantas personas sienten reflejados sus profundos
sentimientos. Son obras que quien las mira siente que expresan las ilusiones,
los anhelos, la rabia, la alegría de la esperanza de justicia que en un momento
histórico van cristalizando en una sociedad. El Gernica es una
de ellas, y el Abrazo de Juan Genovés se ha convertido en la
mejor representación de las esperanzas de paz, justicia, libertad e igualdad
que animaba a las heroicas personas que se enfrentaron a la sanguinaria
dictadura franquista allá por los años 70 del pasado siglo. La pintura, opina
Genovés, debe servir para la reflexión, para pensar, y el espectador debe
establecer un dialogo con la obra. Todo eso nos provoca el Abrazo,
pero también emociona. Fue un gran acierto erigir un monumento en la plaza de
Antón Martín de Madrid, a escasos metros del despacho de Atocha 55 en el que
tuvo lugar el atentado terrorista fascista, basado en una recreación del famoso
cuadro de 1976, como lo ha sido distinguir a este artista en el 40 aniversario
de aquellos horribles asesinatos.
Una de las operaciones ideológicas más potentes de las
oligarquías que dominan el mundo ha sido la de intentar acabar con la historia,
intentar que la experiencia de las generaciones anteriores no se transmita a
las siguientes a las que se condena a vivir un iluso presente continuo en el
que no se puede imaginar un futuro. La Confederación Sindical de Comisiones
Obreras, fiel a sus orígenes, no acepta esa manipulación de las conciencias y
esta empeñada en la reivindicación de su pasado, la lucha contra las
injusticias del presente para alcanzar una sociedad futura más justa, fraterna
e igualitaria y lo resume en la frase : HICIMOS, HACEMOS, HAREMOS
HISTORIA. Todos los años, en los mismos días que aquellos terribles de
1977, CCOO ha insistido en el recuerdo y ha creado la Fundación Abogados de
Atocha, cuyo presidente es Alejandro Ruíz Huerta, que resultó gravemente herido
en el atentado y es el único que todavía vive, porque “si el eco de su voz se
debilita, pereceremos”, como dice el verso de Paul Èluard. Este año, en un gran
y emotivo acto celebrado en un abarrotado Teatro Monumental de Madrid, también
a escasos metros del despacho de Atocha 55, Almudena Grandes y Luís García
Montero, con hermosas palabras, fueron conduciendo las intervenciones de Jaime
Cedrun, Alejandro Ruíz Huerta, Manuela Carmena, Enrique Lillo y Alicia Sánchez
y la de Ignacio Fernández Toxo, secretario general de CCOO.
Alejandro Ruíz Huerta nos he recordado en su libro que
la memoria de Atocha incomoda, tal vez porque como dijo Enrique Lillo, aquel
atentado estaba dirigido contra la clase trabajadora para amedrentarla en un
momento en que en España las luchas sociales arreciaban en la conquista de sus
derechos y en pos de la democracia. De hecho los asesinos iban buscando a
Joaquín Navarro, líder del sector del transporte que acababa de terminar una
exitosa huelga (que era ilegal), pero se encontraron con abogados de las
ilegales Comisiones Obreras y del Partido Comunista. Unos abogados que ejercían
su oficio dándole un valor social para contribuir con otros a la emancipación
de las clases oprimidas. La continuidad entre los laboralistas de entonces y
los de hoy quedó explicita con la presencia y las palabras de Enrique Lillo y
la joven Alicia Sánchez, que no había nacido en enero de 1977. Manuela Carmena,
una de las dos titulares del despacho de Atocha y que por fortuna no se
encontraba en ese momento allí, hoy alcaldesa de Madrid, destacó precisamente
ese compromiso con el derecho para darle un sentido distinto a las leyes
franquistas de la época, un compromiso con la igualdad del que hoy no se puede
abdicar pues las desigualdades cada día se acentúan y se hacen más evidentes,
por eso pedía que se recordara más la vida de los de Atocha que su muerte.
Destacó como la continuidad en mantener vivo el recuerdo ha hecho que hoy la
celebración de aquellos asesinatos no permanezca en el circulo de Comisiones
Obreras, sino que sea de toda la sociedad, como lo probaba la presencia en el
acto de representantes de todos los partidos políticos y de la patronal.
En el ejercicio de la memoria Fernández Toxo anunció que la Confederación
pedirá la medalla del merito del trabajo para Joaquín Navarro, allí presente,
al que pidió se pusiera en pié para recibir un estruendoso aplauso que en su
modestia le abrumaba.
El abrazo, qué magnifico símbolo para luchar por una sociedad
fraterna que cuide el amor, los afectos, la vida.
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