Joaquín
Aparicio Tovar
Madrid
siempre ha sido una pieza codiciada por la derecha, no solo por el valor
simbólico que da ser la sede de la capital del Estado, sino también, y
sobretodo, por las oportunidades de negocio que al socaire de lo público se
ofrecen a la oligarquía de siempre, que junto con otros arribistas, se mueven
con un pie en el fango de la delincuencia económica y el otro en las
instituciones en las que se supone se gestiona la cosa pública. El tamayazo,
que llevó allá por 2003 a Esperanza Aguirre al poder de la Comunidad de Madrid,
mostró que medios torticeros están dispuestos a utilizar si las urnas no dan el
poder político a quienes han sido elegidos previamente en los altos despachos
de los poderes económicos. Eso si, critican de puertas afuera hasta el ridículo
a la burguesía catalana por su inclinación al negoci.
Más
de veinte años lleva el PP gobernando la Comunidad de Madrid y casi otro tanto
el Ayuntamiento de la capital hasta que en 2015 fue desalojado por la
candidatura Mas Madrid con Manuela Carmena al frente. En esos años la
corrupción ha sido rampante. Un alto número de altos cargos de la Comunidad de
Madrid, incluidos presidentes, están investigados en diversos procedimientos
judiciales y tras pasar por la prisión preventiva se hayan en libertad provisional.
El PP venía acusando un desgaste tan alarmante que las élites a las que sirve
decidieron que era hora de ir preparando un recambio, y ahí están ahora las
tres derechas. Las dos nuevas derechas no ha tenido tiempo de meterse de lleno
en grandes operaciones de corrupción (aunque sí alguna menor, como que algún
dirigente haya cobrado sueldos públicos sin justificación alguna), de ahí que
una de sus banderas (a parte de agitar el espantajo de la ruptura de
España) sea la de presentarse como gente
“limpia”. Ahora bien, en lo que toca al negoci, que es sobretodo lo importa a sus patrones,
las tres derechas tienen claras coincidencias.
La
Comunidad de Madrid es una de las más ricas de España, si no la que más, pero
es la menos invierte en educación pública y la que, en consecuencia, tiene
mayor segregación escolar entre ricos y pobres. Eso es gravísimo porque una
educación igualitaria es una base esencial de la democracia, del estado social
y democrático de derecho. “Puesto que toda ciudad tiene un solo fin, es
claro que también la educación tiene que ser una y la misma para todos los
ciudadanos”, nos recuerda Aristóteles en su Política, pero aunque no
se llegue a realizar por completo la propuesta aristotélica, parece claro que
la segregación trae un empobrecimiento de la vida colectiva, mayor desigualdad
y perpetuación de las diferencias de clase. No se puede enclaustrar a los seres
humanos en el estrecho espacio social de la familia en la que nacen, y es ahí
donde la escuela, la educación pública, abre un espacio a la sociabilidad y la
libertad. En el deterioro de la escuela pública y por tanto en sus
consecuencias, las tres derechas coinciden y, por cierto, este es un terreno en
que la corrupción ha florecido.
También
la Comunidad de Madrid es una de las que menos invierte en sanidad pública, lo
que lleva a un deterioro de la otrora muy buena red sanitaria, especialmente
acusado en la atención primaria, que es pieza central de un buen sistema
sanitario. En coherencia con esa política, desde lo público se incentiva el
negocio privado sanitario. Ahí también coinciden las tres derechas y ahí
también hay un nido de corrupción.
La
política fiscal del PP ha convertido a la Comunidad de Madrid en un paraíso
fiscal para las clases más pudientes. Ha reducido al mínimo o ha hecho
prácticamente inexistente la tributación por sucesiones, donaciones y
patrimonio que a quien más beneficia es esas clases precisamente. También es
una de las que menos recauda por el tramo autonómico del IRPF, lo que da lugar
a que sea una comunidad con una deuda superior a la que por su riqueza podría
tener de haber puesto en marcha una política fiscal más justa y menos complaciente
con los ricos.
El
caso de Ayuntamiento de Madrid es paradigmático. En 2015 los gobiernos de
Gallardón y Botella dejaron una disparatada deuda de más de 5.600 millones de
euros, vendieron viviendas sociales a fondos buitres a precios irrisorios,
contrajeron deudas con entidades financieras mediante mecanismos complejos que
beneficiaban a esas entidades a costa de lo público (estas dos últimas
operaciones están hoy, por cierto, bajo la lupa de los tribunales), firmaron
contratos de alquiler de edificios con entes privados sin que se les diese un
uso para satisfacer una necesidad pública, se pagaban cantidades exorbitantes a
determinadas compañías para el mantenimiento de los túneles de la M 30, y
resultó que ese mantenimiento no se hacía. Al cierre del ejercicio de 2018 el
Ayuntamiento de Carmena había rebajado la deuda a ¡2.700! millones y eso sin
que se haya parado en el esfuerzo, con magnificas realizaciones, de hacer una
ciudad más humana.
No
es extraño en este panorama que las derechas estén dando una gran batalla por
retener la Comunidad de Madrid y recuperar el Ayuntamiento. Ahora ha entrado en
liza la sra. Álvarez de Toledo, marquesa de no se sabe qué, cuya arrogancia es
tan fuerte que la ignominiosa derrota sufrida en Cataluña, en vez de cura de
humildad, no la ha hecho modificar un ápice de sus modos de comportamiento.
Esta señora cuando habla, más bien ordena. Es como si cuando se dirige a la
ciudadanía se estuviese dirigiendo al servicio, sobre el que ella, of course,
está por encima. Entre otras lindezas, ha llamado senil a Manuela Carmena.
Manuela siempre ha estado orgullosa de su edad, de lo que ha vivido,
precisamente porque con el paso del tiempo ha aprendido a ser paciente y a
escuchar a los demás, sin dejar de seguir luchando por el ideal de una ciudad
amable, inclusiva, tolerante, que se refleje en la estatura de Juan Genovés “El
abrazo”, que está en Antón Martín, frente al despacho de abogados de Atocha
55, en donde unos pistoleros fascistas asesinaron a algunos de sus compañeros.
Cayetana Álvarez de Toledo representa
bien a esa derecha española que hace ascos de aquel proceso de la Grecia
clásica de la formación del ser humano, la paideia, en el que las
personas mayores de la ciudad tenían un papel relevante en la educación de los
jóvenes. De Cayetana se dice que es experta en la historia española del siglo
XVII, ¿será por eso que tiene un notable parecido con el Carlos II, “el
hechizado”, que retratara Carreño de Miranda?
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