FUERON LAS MUJERES…Y AHORA TAMBIÉN
Joaquín Aparicio Tovar
En
la lucha por la igualdad y la libertad, por los derechos, por la democracia la mujeres han tenido un papel decisivo. Luchas
recientes lo muestran, y también la señora Historia. Un 8 de marzo de 1857, en
New York, salieron a la calle miles de mujeres con el lema “pan y rosas” para
protestar contra las penosas condiciones de trabajo, los salarios de miseria,
la explotación a la que eran sometidas y contra el trabajo infantil. En 1910 la
2ª Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, reunida en Copenhague, a
iniciativa de Clara Zetkin, aprobó declarar un día internacional de la mujer
trabajadora en el mes de marzo. Un año después, el 25 de marzo de 1911, 123
mujeres y 23 hombres murieron, la mayoría inmigrantes de Europa del Este e
italianas, en un incendio en la fabrica de camisas para hombres Triangle Shirtwaist en New York cuyas
causas no quedaron muy claras. Un suceso que trae a la memoria la reciente
muerte (en 2013) de más de 1200
personas, la mayoría mujeres, por el derrumbamiento del edificio Plaza Rana, en
Bangladés, donde se albergaban importantes empresas textiles que venden sus
productos en las calles más comerciales de nuestras ciudades. En el capitalismo
global liberal la explotación no ha desaparecido, es más, hechos como este
muestran que en tantos modos se amplifica.
El
23 de febrero de 1917, que equivalía al 8 de marzo en el actual calendario
gregoriano, en Petrogrado, las trabajadoras del textil declararon una huelga en
todo el sector en protesta por la miseria de los salarios, la carestía los
alimentos, la corrupción y contra la guerra que desangraba Rusia. Exigían la
paz. La mujeres organizaron una gran
manifestación y el 25 de aquel mes se declaró una huelga general. Aquello fue
el desencadenante el proceso que acabó en la revolución de Octubre. Alejandra
Kolontai, la primera mujer en el mundo en ocupar un cargo ministerial, impulsó
una serie de medidas como el divorcio, el derecho al aborto y el derecho al
sufragio de la mujer, siendo la Unión Soviética uno de los primeros países en
reconocerlo (y el primero entre los grandes).
Desde entonces los avances en el camino de la igualdad han sido
evidentes, pero no se puede ocultar que en la historia también hay retrocesos,
como el largo periodo franquista que hemos sufrido en España, en donde hasta
bien entrados los años 70 del siglo pasado, por ejemplo, las mujeres casadas no
podían abrir una cuenta bancaria sin permiso de sus maridos. Las regresiones,
como en la actualidad se está viendo, siempre pueden darse, pero aquí está el
vigor del feminismo alzándose en contra.
La
lucha por la igualdad es un largo camino a recorrer pero ya no puede entenderse,
ni pensarse, sin la riqueza que aporta el movimiento feminista, que está
haciendo ver que el patriarcado es incompatible con la igualdad y, por tanto,
con la democracia. Puede haber varias tendencias en el movimiento feminista,
porque la construcción de ese mundo en igualdad se esconde “entre las nieblas
del futuro”, como dijera Rosa Luxemburgo, pero es claro que son incompatibles
con el feminismo las propuestas de los partidos que defienden la sociedad
clasista y el poder del dinero sobre las personas. La igualdad entre hombres y
mujeres no es posible en una sociedad en la que el privilegio económico separe
a hombres y mujeres, a mujeres y hombres según la clase en la que las fuerzas
del mercado y la cuna en la que nacieron les sitúen.
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