La cacería judicial que se ha emprendido contra el juez Garzón indigna cada día a mayor número de personas que asisten con estupor al espectáculo bochornoso de la lenta construcción de la impunidad de los culpables del mayor caso de corrupción de la democracia española, el de la trama Gürtel, y ven cómo se intenta impedir la condena de los crímenes del franquismo. Hoy en Madrid y en otras ciudades varios miles de personas se echaron a la calle para protestar contra estos atropellos. Nada mejor que reproducir aquí un fragmento del poema de Luís García Montero
Son malos tiempos para la justicia.
Vengan a ver la farsa,
el decorado roto, la peluca mal puesta,
palabras de cartón y pantomima.
Son malos años para la justicia.
Como el mar no es azul,
los barcos equivocan la cuenta de sus olas.
Como el dinero es negro,
la moneda menguante de la luna
ha pagado el recibo de la noche.
Son malos meses para la justicia.
Se citaron el crimen y el silencio,
no descansan en paz los perseguidos,
el ladrón y el avaro se reúnen
y la ley no responde a la pregunta
de la bolsa o la vida.
Son malos días para la justicia.
Más de cinco millones de recuerdos
naufragan con sus nombres en la cola del paro.
Los vivos han perdido la memoria
y los muertos no tienen donde caerse muertos.
Son malas horas para la justicia.
La política sueña
una constitución en la que refugiarse.
Los periódicos piden
una buena noticia que llevarse a la boca.
El poeta no encuentra
las palabras que quiere para decir la verdad,
reparación, historia,
porque son malos tiempos,
porque los tribunales
se han sentado a cenar en la mesa del rico.
Vengan aquí y observen,
es el tinglado de la nueva farsa,
la toga sucia y el culpable limpio.
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El poder y el derecho
Por Osvaldo Bayer
El Poder es el enemigo número uno del Derecho.
Propiedad significa Poder. Más Poder, menos Derecho. Poder es violencia latente.
El filósofo alemán Alexander Demandt lo explica con un ejemplo histórico. Dice que en el siglo XVI a.C., durante la guerra del Peloponeso, apareció Alcibíades con la poderosa flota de Atenas frente a la pequeña isla de Melos.
Melos era una ciudad dependiente de Esparta, pero siempre había conservado una estricta neutralidad.
Los guerreros atenienses exigieron a los habitantes de Melos entrar a su favor en la guerra contra Esparta. Los habitantes de Melos se negaron.
El enfrentamiento que se originó lo ha descrito Tucídides en su “Diálogo de Melos”.
Es la primera discusión fundamental en la literatura europea acerca de la relación entre Poder y Derecho.
Los atenienses representaron el punto de vista del Poder con argumentos de la razón de Estado.
Sería ventajoso para ellos mismos tener a los habitantes de Melos como aliados federales y ventajoso también para los habitantes de Melos aceptar esta situación, porque de otra manera serían destruidos.
En cambio, los de Melos les reprochaban a los atenienses actuar como jueces de su propia conducta. Y que sería indigno para los atenienses destruir una débil ciudad.
Si Melos aceptaba el dictado de Atenas, sería indigno de sacrificar así su autodeterminación.
Pero –prosigue Demandt– el Derecho sólo vale entre iguales. Entre no iguales reina el Derecho del más fuerte.
Los habitantes de Melos fueron derrotados y eliminados.
El Poder, en la Historia, eliminó el Derecho cuando lo creyó conveniente.
Hitler adujo razones de Estado para atacar Polonia y para su criminal política racista.
Bush adujo razones de Estado, de la seguridad de su país, al atacar a Irak.
Nuestros liberales positivistas del tiempo de Roca adujeron razones de seguridad para su Campaña del Desierto, mataron a sus poblaciones originales o las esclavizaron y se quedaron para siempre con las tierras. Propiedad como resultado final de la Violencia.
Los panegiristas de Roca señalan que este militar trajo el progreso.
El progreso de quién, cabe preguntar.
¿Para el estanciero Martínez de Hoz, que recibió 2.500.000 de hectáreas, y para el propio Roca, que como botín de guerra recibió la estancia “La Larga”?
¿O para los pampas y ranqueles que fueron enviados como esclavos a Martín García, o a cosechar el azúcar a Tucumán, y a sus mujeres como sirvientes de las familias de militares o del barrio Norte y a los niños indios como mandaderos?
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