viernes, 22 de marzo de 2013

EXPERIENCIAS PERSONALES EN EL DERRUMBAMIENTO DEL ESTADO SOCIAL




Joaquín Aparicio Tovar


Hasta los medios de comunicación del establishment dejan escapar entre sus intersticios dramáticas noticias de personas de carne y hueso que se encuentran en situaciones desesperadas, con casos tan tremendos como los suicidios frente a los desahucios. En el blog hermano SEGÚN ANTONIO BAYLOS se nos ha  informado de la desfachatez de empresarios que ofrecen trabajo a cambio de la comida, o de que una limpiadora ha sido despedida por haber tenido la mala suerte de que se le haya descubierto un cáncer de mama. Son noticias que se cuelan entre las fisuras de la información sobre el control del déficit, el saneamiento y la fortaleza de los bancos, el desprestigio de las instituciones públicas o la necesidad de los recortes de prestaciones sociales para cumplir los compromisos impuestos por la UE, el BCE y el FMI. Se cuelan porque no queda otra. Son las personas y no las cifras macroeconómicas lo que de verdad cuenta, y a algunas personas les va muy bien (hoy se ha publicado que 15 directivos de las empresas más importantes de España se llevaron a casa en 2012 ¡ 127 millones de euros en lo que podemos decir salarios!). A otras le va muy mal porque han acabado en el paro o quienes conservan el trabajo han visto reducidos sus salarios. Este blog lleva varios meses silencioso y el inicio de la vuelta a la actividad va a romper, de modo excepcional, la regla hasta ahora seguida de no escribir en primera persona. Se rompe la regla para mostrar la experiencia personal, como hay de seguro otras muchas, de sufrir la enfermedad en el momento histórico del derrumbe programado de un excelente sistema de protección de la salud. 

Este silencio ha sido debido a que desde mediados del mes de noviembre empecé a sufrir algunos dolores en la espalda, que se extendieron un mes después a la pierna izquierda para llegar a hacerse atroces. Era imposible estar de pié o sentado. Solo tumbado sobre el costado derecho se podía soportar de mala manera el dolor. Nada excepcional, es lo que sucede a tanta gente cuando hay hernias o severas protusiones discales en las vértebras (en este caso lumbares). No está en riesgo la vida, pero es una situación incapacitante y desalentadora porque el dolor físico tan grande corroe el ánimo. Bien se sabe que la alteración de la salud, la enfermedad y el dolor, están incluidos en el plan vital y que es entonces cuando se ponen más de manifiesto las limitaciones del individuo y su impotencia para por si mismo restaurar la salud alterada. Se pone claramente de manifiesto la falsedad de la idea liberal que proclama la autosuficiencia del individuo-ciudadano. No somos autosuficientes, necesitamos siempre de otros, pero mucho más en estas situaciones. Los primeros de quienes precisamos son los que dan ayuda, consuelo, cariño, afectos…amor, en definitiva, o para decirlo con un poco más de pedantería filia. Pero tras ese primer círculo de proximidad afectiva están, de modo inmediato, los que dominan un saber técnico que sirve para restaurar la salud alterada.

El acceso a los cuidados sanitarios de calidad estuvo mediado por las leyes del mercado hasta tiempos muy recientes en España y en Europa, y todavía lo está en la mayor parte del mundo, con el resultado de condenar al sufrimiento y la muerte a los que carecen de los  recursos que se exigen (cada vez mayores) para curarse. La rebelión de los trabajadores contra este estado de cosas fue lo que impulsó a Bismarck en 1883 a crear el primer seguro social de la historia de la humanidad: el seguro social de enfermedad, precisamente. Era una especie de vacuna contra la amenaza de la revolución. A. Bevan, el ministro británico encargado en los años posteriores a la Segunda Guerra mundial de la puesta en práctica del National Health Service, lo justificaba diciendo que es inaceptable que exista una medicina para ricos y una medicina para pobres. Ante la enfermedad y la amenaza de la muerte se hizo evidente la común dignidad y la igualdad esencial de los seres humanos. La historia reciente de España es aleccionadora. Hasta los años 60 del pasado siglo la desigualdad ante la enfermedad era escandalosa. El progresivo desarrollo del Sistema de Seguridad Social, que tuvo un importante impulso en el tardo franquismo como instrumento de legitimación de un régimen impuesto a sangre y fuego y, en especial, tras la Constitución de 1978, dio lugar al advenimiento de una sistema de protección de salud, no exento de problemas, pero en muchos aspectos modélico y entre los mejores del mundo.

Pero la crisis de 2008 está siendo aprovechada para su destrucción dando entrada a las caducas ideas del mercado y el negocio en el interior mismo del sistema. No se trata hoy por hoy de eliminar la atención universal y gratuita del acto médico concreto, a eso ya se llegará si no lo impedimos. Por el momento se trata de deteriorar los centros públicos para encargar su gestión a empresas privadas con ánimo de lucro que cobran del Estado. Es decir, tienen un mercado cautivo con precios garantizados. El beneficio, además, llega por la sustitución del puro criterio médico en la atención sanitaria por otro criterio tamizado por la necesidad del lucro. O lo que es lo mismo, sustituir una ética por otra. El resultado es evidente: peor asistencia y la conversión del sujeto protegido (o paciente) en cliente, o unidad individual de negocio. Es exactamente mi reciente experiencia y, por desgracia, la de otras personas de mi entorno próximo.

Inicialmente fui atendido de urgencia en un centro de salud rural donde el diagnostico, aún sin las pruebas sofisticadas, era correcto y la medicación la que el protocolo establece. Esa fue la mejor asistencia que tuve. Como los dolores no cesaban, acabé en el hospital que tengo asignado como beneficiario de la Seguridad Social. Un hospital de una historia gloriosa en la medicina española, la Fundación Jiménez Díaz, pero hoy ¡Ay! ha caído en las garras de la empresa Capio Salud. La empresa matriz de Capio está enclavada en el paraíso fiscal de las Islas Caimán, y entre ella y la “filial” española hay todo un entramado de empresas instrumentales (parece que hasta 15) que, pasando por Holanda, consiguen crear una opacidad casi total sobre los verdaderos titulares últimos. En España parece que están en los órganos de dirección personas tan relevantes, entre otras, como el sr. Ignacio López del Hierro, esposo de la sra. De Cospedal, secretaria general del PP y presidenta de Castilla-La Mancha o la sra. Echániz, hermana del Consejero de Sanidad de la misma Comunidad en la que Capio también tiene importante presencia.

Lo único que hizo Capio por este infortunado ciudadano fue hacerle una resonancia magnética casi dos meses después de la primer contacto, ser recibo a los tres meses para confirmar el diagnostico que ya se sospechaba (seria protusión discal) para decirle que cuando tenga otro episodio vuelva a pedir hora, pues la cirugía en este caso está descartada. Mientras, se limitaron a aconsejar seguir con la medicación prescrita por el centro de salud rural. La restauración de la salud por fisioterapia, u otros tratamientos contra el dolor, como la acupuntura, no son de su incumbencia, si los quiero debo procurármelos por mi cuenta y a mi costa. Cuando sentía que estaba siendo tratado como cliente “del seguro”, como se decía en los viejos tiempos del franquismo (años 50 y primeros 60), al que no se le podía exprimir el bolsillo por estar en el campo de aplicación de la Seguridad Social, no dejaba de pensar que si el gran médico que fue D. Carlos Jiménez Díaz levantase la cabeza, un buen sopapo les daría a la mayoría de los gestores y médicos influidos por el mercantilismo que en la institución que lleva su nombre por allí pululan, que, por fortuna, no son todos.

Es una gran alegría y una esperanza ver cómo la marea blanca inunda las calles de nuestras ciudades en defensa de la sanidad pública, porque muestra que hay miles de personas que no están dispuestas a aceptar una regresión tan brutal en los niveles de civilización a que hemos llegado. L@s médi@s, enfermer@s y personal sanitario que están dispuest@s a trabajar lo que sea para los enfermos, pero no para unos accionistas, están actuando con una ética que se nutre de esa filia a la que antes me refería y, por ello, merecen todo reconocimiento y respeto.

4 comentarios:

Mikel Urruti dijo...

¿Qué tal estás ahora?
Animo y besarkada bero bat bihotzez
Mikel Urruti

carlos casalas viera dijo...

Luego de Semana de Pascuas he ido a Desde mi Catedra y me sorprende la buena nueva. Un abrzo desde Montevideo. Carlos Casalas

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