Las respuestas a
la crisis de 2008 no discurrieron por la exigencia de responsabilidades a los
causantes de la misma y por medidas que, analizadas sus causas, las eliminaran.
Altas autoridades del Banco de España, por ejemplo, vinieron a decir que
la búsqueda de responsables estaba fuera de lugar. Impunes de sus fechorías la
oligarquía financiera transnacional ha pasado al ataque para configurar un
mundo en el que su poder económico aumenta, el valor del trabajo se degrada
cada vez más y la mayoría de los ciudadanos, en consecuencia, se empobrece y
tiene menos derechos. Es decir, se está degradando la democracia que tantas
luchas y esfuerzos ha costado. Una auténtica regresión histórica que obliga, de
nuevo, a la acción, a la lucha de los de abajo (la inmensa mayoría) contra los
de arriba, dado que estos han sido los que con saña han empezado ahora tan
brutal la agresión. El pueblo griego ya ha empezado y ha puesto al descubierto
el profundo autoritarismo de la Comisión Europea y de los dirigentes de los
Estados de la moneda única, liderados por los de Alemania.
W. Schäuble, el
ministro de Finanzas de Alemania, no para de proferir insultos y amenazas al
nuevo gobierno griego, al que ha tildado de irresponsable, pero se encuentra en
un atolladero. El pueblo griego ha dado un mandato al Gobierno de Syriza para
que corrija las desastrosas políticas que, impuestas por la troika, han
empobrecido Grecia. Es decir, el titular de la soberanía ha dado un mandado muy
claro a sus representantes políticos y ante él están respondiendo. Nada pues de
irresponsabilidad. Frente a este incuestionable hecho Schäuble, aunque no lo
explicita, no puede evitar reconocer que las elecciones son una de las maneras
de expresión de la democracia cuyos resultados no se pueden ignorar, como
pretende. Frente a tan incontestable hecho, y para neutralizar su potencia, ha
afirmado que también deben respetarse otras elecciones que se han hecho en los
distintos países de la Unión
monetaria y, por lo tanto, el Gobierno griego debe seguir con las “reformas”.
Conviene destacar por su crueldad algunas de ellas como son la privatización de
todo lo que queda de público como ferrocarriles, aeropuertos, edificios públicos,
hospitales, etc…Como ha dicho Lettieri, todo “un programa
de rapiña en beneficio de las oligarquías privadas griegas e internacionales,
como sucedió en los países de la vieja economía comunista tras el colapso de la Unión Soviética ”,
y, en segundo lugar, desregular las relaciones laborales dando más poder al
empresario acabando con la negociación colectiva sectorial, facilitar el
despido libre, bajadas de salarios…Todo esto nos suena mucho a los españoles.
Pero la máxima crueldad se aprecia cuando piden que se revisen o eliminen las
medidas sociales de choque contra la pobreza en la que más de un 30 por ciento
de la población ha caído, como la subida del salario mínimo, los comedores
escolares gratuitos, las ayudas para pagar la electricidad en los hogares sin
recursos, la recuperación de la asistencia sanitaria para los excluidos de
ella, la recuperación de pagas extra de las pensiones eliminadas con
anterioridad. En resumen, la Comisión Europea y el eurogrupo están tratando de
imponer el desmantelamiento del Estado social reconocido en la Constitución griega y
para ello apelan a que Grecia está en una Unión con otros socios cuyas
reglas debe respetar. Pues bien, el halcón Schäuble debería recordar lo que su
propio Tribunal Federal Constitucional dejó claro en su sentencia de 30 de
junio de 2009, en la que revisó la compatibilidad con su Constitución de la ley
por la que Alemania ratificó el Tratado de Lisboa.
En aquella
sentencia el Tribunal venía a decir que mientras no exista un pueblo europeo titular
de la soberanía de una hipotética Federación Europea, ésta reside en cada uno
de los pueblos organizados en los Estados miembros y por ello, la integración
europea, construida mediante la atribución de competencias soberanas de los
Estados, no puede realizarse de manera tal que impida a éstos retener las
facultades suficientes para la formación política de las circunstancias
sociales, culturales y económicas de la vida. La Unión Europea no
puede deteriorar el sistema jurídico democrático de Alemania alterando las
estructuras esenciales de sus sistema constitucional como son las establecidas
en el art. 1 de la
Constitución , que reconoce la protección de la dignidad
humana y la vinculación del poder a los derechos fundamentales y en el 20, que
declara que Alemania es un estado federal, democrático y social en el que el
poder emana del pueblo y, “contra cualquiera que intente eliminar este
orden todos los alemanes tienen derecho de resistencia cuando no fuera posible
otro recurso”. Son los pueblos de los Estados miembros los poseedores del poder
constituyente y la
Constitución alemana no permite que ninguno de los poderes
del Estado disponga de los elementos esenciales de la misma. El Tribunal
Federal Constitucional vigilará que tampoco la Unión Europea transgreda
la identidad constitucional, que está protegida por una “garantía de eternidad”
(incluso frente al legislativo nacional) en tanto el constituyente no diga otra
cosa, hay que entender.
En una línea
parecida se pronunció el Tribunal Constitucional español en la Declaración 1/2004 al
establecer que en la atribución de competencias a la UE hay “límites
materiales, no recogidos expresamente en el precepto constitucional, pero que
implícitamente se derivan de la
Constitución y del sentido esencial del propio precepto, se
traducen en el respeto de la soberanía del Estado, de nuestras estructuras
constitucionales básicas y del sistema valores y principios fundamentales
consagrados en nuestra Constitución, en el que los derechos fundamentales
adquieren sustantividad propia (art. 10.1 CE)”. La consecuencia es clara,
lo que no vale para Alemania (ni como se ve para España) no vale tampoco para
Grecia, cuyos poderes públicos están obligados a respetar la dignidad de la
persona que resulta del respeto de los derechos fundamentales y el Estado
Social y Democrático de Derecho, de lo que no pueden abdicar por mucho que se
lo pidan poderes de la
Unión Europea , poderes que, sin duda, están actuando “ultra
vires”. De la actuación bochornosa de nuestro Gobierno mejor guardar
prudente silencio, la educación lo pide, como máximo habría que decir que el
servilismo nunca ha dado buenos resultados.
Para hacer ver
estas cosas ¿No sería hora de plantearse la convocatoria de manifestaciones
ante las embajadas Alemanas en toda Europa para salvar a los trabajadores
alemanes y europeos de la rapacidad de los poderes financieros?
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