Lola y Enrique Ruano en la foto
El viernes 10 de abril se celebró en el
Paraninfo de la
Universidad Complutense , en la calle San Bernardo de Madrid,
un acto cívico en recuerdo de Lola González Ruíz
que falleció el 29 de enero pasado, dos días después del 38 aniversario de la
masacre que pistoleros fascistas perpetraron en el despacho laboralista de la
calle Atocha 55, también de Madrid. En aquel atentado murieron 5 compañeros de
Lola, entre ellos su segundo gran amor, Javier Sauquillo,
mientras otros varios quedaron gravemente heridos, como la misma Lola.
El primero, Enrique Ruano,
fue asesinado por la
Brigada Político-Social franquista en enero de 1969,
mientras ella estaba detenida en las dependencias de la terrible Dirección
General de Seguridad. En aquel entonces ambos eran estudiantes de Derecho.
El acto estuvo organizado por amigas y amigos de
Lola y en el se habló de ella, pues su recuerdo concitaba la reunión, pero se
hablaba de la forma más natural y espontánea, como si Lola hubiese estado allí,
del enfrentamiento de jóvenes de aquella generación contra el fascismo y del
caro precio que pagaron con encarcelamientos, torturas y muertes. Lola, como
tantas otras personas, fue una victima del terrorismo fascista, unas
victimas que en estos años se han querido ocultar y a las que el PP todavía hoy
niega reparación y justicia.
El advenimiento de las libertades que ahora
tenemos, en el intento de manipulación de la historia que se lleva acabo
en los últimos años, se presenta como un producto de la voluntad generosa de
Juan Carlos de Borbón ayudado por Adolfo Suarez. Otros miran la transición como
una claudicación de las fuerzas de la izquierda que aceptaron por un plato de
lentejas legitimar el orden actual en el que las élites económicas de siempre
imponen sus intereses sobre la mayoría de la población. Ambas visiones olvidan
que las libertades no fueron un regalo, sino que fueron arrancadas por las
extraordinarias movilizaciones de trabajadores, estudiantes y otros muchos
grupos sociales y profesionales que pagaron un duro tributo de sangre. También
se olvida que al frente de esas movilizaciones estaban las organizaciones
clandestinas de izquierda, en especial el Partido Comunista y las Comisiones
Obreras. No fue una transición pacífica, como la matanza de Atocha atestigua
para vergüenza de la derecha que hoy sigue enroscada en los resortes del poder
y cuya arrogancia es la señal de la continuidad del pensamiento fascista que
está en su médula. Baste recordar la repugnante sarta de mentiras del diario
ABC con ocasión tanto del asesinato de Enrique Ruano como de los de Atocha y
las mismas falsedades que hoy sigue esparciendo contra todo lo que pueda
significar cuestionar a los poderosos de siempre. Tal vez la baja calidad
democrática que sufrimos tenga mucho que ver con la estabilización de los años
80 del pasado siglo y la posterior sumisión de la socialdemocracia europea al
orden neoliberal.
En el acto del viernes 10 tuvimos ocasión de
escuchar unas palabras de Lola, leídas por voces amigas, en las que, a pesar de
todos los sufrimientos y dificultades pasadas, se reafirmaba recientemente, al
igual que estaba segura lo harían Enrique Ruano y Javier Sauquillo, en el
socialismo y la libertad, pero no en el socialismo “oficial”. Hoy, 14 de abril,
es un buen día para reivindicar, con el recuerdo y homenaje a aquellas personas
que pagaron tan alto tributo por su lucha, un nuevo proceso constituyente en
pos de una III República que signifique, no solo un cambio en
la forma del Estado, sino una nueva forma de organizar los poderes económicos,
sociales, políticos, sin olvidar los mediáticos, para la mejor realización de
la igualdad, sin la cual no es posible la libertad y la fraternidad, sin la
cual no son posibles ambas.
1 comentario:
Felicidades!!!
Ha sido un recuerdo fraternal y un repaso magnífico
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